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El 5 de febrero celebramos a san Felipe de Jesús el primer santo mexicano, conmemorado patrono de los jóvenes.
Nació en la ciudad de México el 1 de mayo de 1572. Sus padres, inmigrantes españoles, le dieron buen ejemplo. En su niñez era tan inquieto y travieso que cuando decidió irse al Convento de Puebla para hacerse franciscano la madre afligida y llorosa exclamaba: ¡Felipillo Dios te haga Santo! y la sirvienta negra profetizaba: ¡Solo cuando la higuera reverdezca Felipillo sera santo!
A los 20 años de edad
comienza la aventura, se va a Manila y se convierte en mercader, por aquellos
rumbos es donde recibe el llamado, por lo que de inmediato va a refugiarse al
convento de nuestra Señora de los Ángeles y posteriormente a la casa de
seguidores de San Francisco.
Al darle la noticia que
pronto seria su ordenación, tuvo que embarcar hacia su ciudad natal con el motivo de que no había una autoridad eclesial
en Filipinas, sin embargo ese barco fue desviado gracias a una tempestad por lo
que llega a Japón, Felipe toma esto como una señal de que debe realizar su
misión en esas tierras. Ahí cuida con amor y devoción a los enfermos
especialmente a los leprosos.
Finalmente el 13 de
diciembre de 1596 es condenado junto con 25 más a muerte.
¡Es el martirio el camino
más corto para ir al cielo!
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